![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtYZeh2RbltdohnqikMtFCgo1-K0NlAl4tU1mlwrdLUBsN7ZiL7kySLT-rt8vY3LGN8xA9WsWuBsFa1rWDG1i6avZeScwZAE2HtzL5YtMPYqslsLZ4QuDI-b11sxq84qeYYcc0FLFSB00/s400/naciontv.jpg) |
Fotografía: Francisco Mata Rosas |
Hoy los ideólogos gobiernan los mass media y Emilio Azcárraga es el máximo responsable de la inteligencia nacional, tómenlo o déjenlo. La frase parece excesiva, pero responde a una terrible realidad.
–Carlos Monsiváis, “Cultura nacional y cultura colonial en la literatura mexicana”
Siempre!, 4 de diciembre de 1968
En una entrevista con Carmen Aristegui, Fabrizio Mejía
Madrid, autor del libro Nación TV. La
novela de Televisa, explicó que el principal motivo para la redacción de
esta novela se encontraba en la vigencia del movimiento #Yosoy132, que como se sabe ocurrió en los meses previos a la
elección presidencial de 2012. Es decir, esta obra partió del principal
postulado de dicho movimiento: la necesidad de transparencia. De este modo,
tratar de contar ‘la historia de Televisa’ serviría para demostrar las distintas
formas de su relación con el poder político y económico en México, así como
relatar otros aspectos más ocultos (pero no desconocidos) de algunos empleados
de la empresa. El texto de Mejía Madrid se sustenta en una investigación
principalmente hemerográfica, pero no constituye un libro de historia –porque aquí
las críticas son denuncias y se privilegia la narración sobre el análisis– y
como novela carece de una estructura consistente; acaso el problema del género
sea prescindible (puede decirse que es un reportaje ficcionalizado o un best-seller en sentido contrario) cuando
se nota la habilidad del narrador, hay varias historias tratadas con ironía e
intriga admirables.
El tema principal del libro es el poder, es muy sencillo
notar la fascinación y el interés que genera en el autor. El protagonista es
real y es simbólico: Emilio Azcárraga –un nombre, tres personas (el abuelo, el
padre y el hijo) que a su vez representan sus respectivos momentos en la
historia contemporánea de México. Para el autor es interesante ver en los Azcárraga el ejercicio del
poder no sólo sobre su empresa y empleados, sino también sobre los presidentes
de la república o sobre la impartición de justicia. El complejo carácter de la
empresa es descrito con amplitud en esta novela: monopolio televisivo desde
1972 controla, o por lo menos ejerce una enorme influencia en varios aspectos
de la vida en México: la fe religiosa en la figura de la virgen de Guadalupe es
tratada como un espectáculo musical, la información y los noticieros pueden ser
en realidad otra oficina del gobierno (Jacobo Zabludovsky y 24 horas), los estudios de televisión
son sitios propicios para las adicciones y el narcotráfico (Paco Stanley, ‘El
Pirulí’ y la ‘Pájara Peggy’), las ilusiones y aspiraciones de algunas mujeres jóvenes
se convierten en un mecanismo que involucra lo peor de la condición humana
(Raúl Velasco, Gloria Trevi, Lucero), el humor es un instrumento del
conservadurismo y la censura (Chespirito), el deporte como vergonzosa
demostración de la corrupción (la selección mexicana de futbol, el estadio
Azteca y Pedro Ramírez Vázquez), la filantropía es una máscara detrás de la que
se esconden intereses económicos y un falso mesianismo (Teletón), el desarrollo
de un político del partido hegemónico que fuera apoyado en su carrera como
candidato presidencial y que ganara las más recientes elecciones, además de los
diversos acuerdos para frenar lo que se opusiera a sus intereses corporativos. En
suma, en poco más de doscientas páginas, este libro expone la trágica paradoja
que envuelve a la empresa privada más importante de este país: su falta de visión es muestra del rezago
general de México.