En los días más tristes parece haber una pared tan rotunda
como las decisiones definitivas: no existe otra perspectiva que la de lo
imposible. Da la impresión de que en el camino hubo un rumbo ahora
interrumpido, un cuerpo roto o una marioneta sin hilos. Pero todo lo que no
funciona debe componerse –desechar algo es una decisión radical. Los deseos son
casi nada por irreales, pero se parece a nosotros y nos acompañan, acaso nos
despiertan una esperanza; los deseos son una ilusión. Pero ¿qué hacer cuando
parecen acabarse los deseos? Una sombra es una ilusión: es la proyección en
negativo de un cuerpo sobre un plano; también es casi nada: no existe sin luz y
es más pasajera que los deseos. La sombra es el rostro oscuro de los cuerpos –por
eso ahora vivo como una sombra, niego la máscara que da una falsa impresión de
mi ser.
Dicho de otro modo, en una canción de El Haragán:
Soy una sombra
que vaga por las calles lluviosas
sin un sentido en la vida
con aspecto cadavérico…
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