Puedo saborear tu
miedo. El escritor norteamericano John Kennedy Toole (1937-1969)
escribió a la edad de 16 años la novela La
biblia de neón. El protagonista de la narración es David, un jovencito que
vive con su madre y su tía en un pueblo apartado en el sur de los Estados
Unidos; la pobreza, el dolor que provoca la Segunda Guerra Mundial (su padre
murió en combate), la mediocridad de la educación básica, el mañoso e
interesado papel de la iglesia católica en las vidas de los habitantes, en fin,
la desesperanza, marcan el tono trágico de esta magnífica novela inicial. En La biblia de neón se encuentran
situaciones y temas que Arcade Fire exploraría en todo este tiempo: la tristeza
de perder a los seres queridos, la denuncia a la hipocresía de la religión, la
falta de expectativas por vivir en un lugar remoto, también el júbilo que
provoca el baile; la angustia juvenil, la furia y la desesperación, el valor de
la vida…
Entre el resplandor y
el inicio del sueño. El rasgo esencial de este grupo se encuentra en la
importancia del canto como expresión enérgica, como factor de comunidad en los
concierto, como demostración de su habilidad para componer canciones memorables.
La sencillez de las formas no mancilla la importancia: en unas pocas sílabas
los músicos han establecido el mensaje, mediante su repetición constante
establecen la conexión con el receptor –aquí radica su efectividad para conseguir
éxitos y llegar a un público más numeroso. La característica formación también
permite que los coros se vuelvan monumentales y que parezcan cantos religiosos
o gritos de batalla. La lección es muy clara: la paradójica ambición en la
popularidad de encontrar melodías fáciles de recordar no comprometen ni restan la
calidad artística de sus canciones. Citaré algunos ejemplos muy conocidos: Wake up, Rebellion (Lies!), Keep the car running, No cars go, We used to wait,
Sprawl II (Mountains beyond mountains), Afterlife y Here comes the night time.
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