Ven, en nuestros
sueños podemos vivir en desobediencia. El internet llegó mucho después. Cuando
era adolescente, la forma de enterarme de música que me interesara era la radio
pero aún más importante era el programa 120 minutos, transmitido por Mtv en las madrugadas. Recuerdo como un
trance fascinante quedarme despierto las noches de fines de semana a esperar
esos videos musicales que entonces no tenía otro modo de encontrar. Ahora no
puedo nombrar a cada grupo de los que salían ahí, pero la imagen de una
formación bastante novedosa aún queda en mi memoria: un conjunto de músicos
vestidos de negro seguidos por un grupo de niños entran por una calle de un
suburbio ejecutando sus instrumentos, cantan con energía desbordante, caminan
hacia una casa y se concentran en una habitación; finalmente vuelven a salir de
la casa y la pareja principal es sepultada por hojas secas, rodeada por el
resto los músicos y los niños. A partir de aquí todo se vuelve metáfora, la
canción es estremecedora. ¿Un grupo de rock con violines?
Purifica los colores,
purifica mi mente. Es posible que en
su ausencia una persona muy querida se vuelva una canción, en mi recuerdo tú eres Neighborhood 1 (Tunnels). También
el tiempo de nuestras vidas es muy específico y la adolescencia marca el establecimiento
de intereses propios, todas las lecciones de ese periodo son definitivas. Compré
muy temprano su primer disco y desde entonces pienso que cada álbum de Arcade
Fire representa una nueva etapa en la vida –la cronología de nuestra música preferida
acompaña (determina) los momentos de cambio. Sólo así es comprensible que el
rock siga existiendo: el sentido de pertenencia que vislumbra una música llena
de energía y unas palabras que describen los sentimientos de quienes
escuchamos.
Ahora, el álbum Funeral cumple diez años de haberse
publicado ¿Cuántos seres queridos se han ido desde entonces?
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