martes, marzo 18, 2014

Cada vez que cierres tus ojos (I de IV)



Ven, en nuestros sueños podemos vivir en desobediencia. El internet llegó mucho después. Cuando era adolescente, la forma de enterarme de música que me interesara era la radio pero aún más importante era el programa 120 minutos, transmitido por Mtv en las madrugadas. Recuerdo como un trance fascinante quedarme despierto las noches de fines de semana a esperar esos videos musicales que entonces no tenía otro modo de encontrar. Ahora no puedo nombrar a cada grupo de los que salían ahí, pero la imagen de una formación bastante novedosa aún queda en mi memoria: un conjunto de músicos vestidos de negro seguidos por un grupo de niños entran por una calle de un suburbio ejecutando sus instrumentos, cantan con energía desbordante, caminan hacia una casa y se concentran en una habitación; finalmente vuelven a salir de la casa y la pareja principal es sepultada por hojas secas, rodeada por el resto los músicos y los niños. A partir de aquí todo se vuelve metáfora, la canción es estremecedora. ¿Un grupo de rock con violines?

Purifica los colores, purifica mi mente. Es posible que en su ausencia una persona muy querida se vuelva una canción, en mi recuerdo tú eres Neighborhood 1 (Tunnels). También el tiempo de nuestras vidas es muy específico y la adolescencia marca el establecimiento de intereses propios, todas las lecciones de ese periodo son definitivas. Compré muy temprano su primer disco y desde entonces pienso que cada álbum de Arcade Fire representa una nueva etapa en la vida –la cronología de nuestra música preferida acompaña (determina) los momentos de cambio. Sólo así es comprensible que el rock siga existiendo: el sentido de pertenencia que vislumbra una música llena de energía y unas palabras que describen los sentimientos de quienes escuchamos.


Ahora, el álbum Funeral cumple diez años de haberse publicado ¿Cuántos seres queridos se han ido desde entonces?

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