Creo que es una fotografía bellísima. Si se analiza
solamente lo que sucede dentro de la imagen hay doce personajes reunidos en su
fiesta, todos demuestran una alegría espontánea, sorpresiva –aunque percibo que
todos tienen una pose. La protagonista, quien se roba el primer golpe de vista,
es Ellen DeGeneres: el brillo en sus ojos, la sonrisa más rotunda y el atuendo
blanco sobresalen. De todos ellos, prefiero a Jennifer Lawrence, el gesto
resulta magnífico por la naturalidad y la presión a su lado; todos usan blanco
o negro, así que destaca el color rojo de su vestido. Hay tres personajes cuyo
rostro se oculta, no ofrecen interés (quizá solamente el brazalete de Angelina
Jolie). La mueca de Kevin Spacey también merece atención, está en el centro y
señala al que mire la fotografía, como si lo confrontara o como si, en igualdad
de circunstancias que el espectador, compartiera su reacción; en la imagen él
está más lejos del grupo, el único que no tiene la sonrisa de regocijo impresa
en el rostro. Ocho personajes sonríen abiertamente: una mezcla de generaciones,
estilos, actitudes. Bradley Cooper (abajo) es digno de reconocimiento por haber
capturado todos estos rostros en el momento exacto.
El entorno de esta imagen ya no hace participar a estos
actores: ¿Cómo traducir a nuestra lengua el término selfie? Las millones de reproducciones
en otros medios tampoco influyen en el carácter de la fotografía, sólo fue
difusión de un hecho simpático, súbito que formó parte de la estrategia
publicitaria del aparato con que esta imagen fue capturada. El encanto que
produjo en mí acaso se deba a mi ingenuidad, o a la falta de temas por abordar.
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