Las reacciones ante la
aprobación de la reforma energética en la cámara de diputados el pasado jueves
12 de diciembre han sido múltiples, esto es comprensible dada la importancia de
la ruptura que ella representa. Con esto sólo me propongo expresar mis
observaciones, que naturalmente no carecen de errores, defectos u omisiones. En
este momento me interesa analizar el tema desde el punto de vista político,
concretamente abordar al partido que impulsó esta reforma. Tal es el
Revolucionario Institucional que, a mi criterio, con esta reforma ha
prescindido de su título de revolucionario, ha olvidado sus orígenes y negado
su pasado. Sus miembros (no solamente el Presidente de la República, también
algunos secretarios de Estado y sus legisladores) han desechado uno de sus
mayores referentes históricos, el 18 de marzo de 1938, a cambio de una feroz
ambición y beneficios económicos que sólo ellos gozarán. Es innegable que la
administración de la industria energética no ha sido la mejor en sus manos,
pero el argumento opuesto, el que los priístas han defendido durante el periodo
de discusión de las reformas constitucionales, es menos benéfico para la
industria en nuestro país.
No se trata de
nacionalismo, eso puede quedar de lado cuando se descubre algo más preocupante.
Además de lo que ya ha sido expuesto arriba, se ve detrás de todo un adelgazamiento
del Estado mexicano, o dicho de otro modo, una ignorancia de las condiciones
que han permitido su estado actual. La presente administración llegó al poder
con la garantía de que se trataba de “un nuevo PRI”, pero ni siquiera eso
justificaría que las funciones del Estado sean delegadas a empresas de capital privado.
Independientemente del partido político al que cada quien apoye, los
representantes de los poderes deberían defender la soberanía del país y la
fortaleza de sus instituciones (la incesante violencia es un ejemplo de que
esto no se lleva a cabo), aunque parece que los políticos lo entendieron al
revés. Esta es la prueba de que la democracia en México no existe: el voto y
las expectativas de los mexicanos no importan para los políticos cuando se
privilegian sus propios intereses.
Serie de artículos que
explican aspectos de esta reforma. Página editorial de La Jornada, Cuauhtémoc Cárdenas, Arnaldo Córdova, Jenaro Villamil y Víctor Flores Olea.
PS. Pregunta sin ánimo de
ofensa: ¿Dónde están los Historiadores frente a los problemas sociales?
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