¿Ganaron el melodrama, la solemnidad, la seriedad y el costumbrismo?
-Lynn Fainchtein
No sé si haya gente interesada en este preciso tema; pienso
que entre mis conocidos había muy pocos que escuchaban Ibero o que leían Frente. Sobre el primero, un par de
programas de los más representativos y con más público terminaron de manera abrupta entre el lunes y martes de esta semana; sobre el segundo, se ha
extendido la versión en varios comentarios hechos en redes sociales que La semana de Frente dejará de publicarse
y el número de esta semana fue el último.
Se
trata del final de dos propuestas muy originales dentro de medios tradicionales
(una estación de radio y un periódico). Tanto los programas como el impreso
eran producidos por personajes experimentados y seguro próximamente realizarán
nuevos proyectos igual de propositivos, sin embargo, de momento se resiente su
ausencia porque sus espacios no tienen un reemplazo –no hay nada semejante a
ellos actualmente.
Además, me gustaría ampliar un poco el
contexto para que las causas de estos sucesos puedan comprenderse: además de
las obvias dificultades económicas del presente, desde mi punto de vista se ha
evidenciado (como consigna el epígrafe) un mayor control de las expresiones en
medios de comunicación que podría o no
llamarse censura de parte del gobierno, lo cierto es que se vuelve muy difícil
encontrar alternativas de calidad en nuestro entorno local –la ciudad de México
y su periferia. Me parece que esto tendrá consecuencias negativas en el largo
plazo y, en lo inmediato, impacta sensiblemente para los que a partir de la
cultura y el entretenimiento, buscan modificar la terrible realidad para
mejorarla.
El triste turno era un programa vespertino
de radio bastante irreverente y simpático, un poco en el mismo estilo que el de
Olallo Rubio cuando hacía radio; sobre todo en sus primeros años resultaba
gracioso por el premeditado auto sarcasmo de sus locutores –de ahí provenía el nombre
de la emisión; los locutores Korno y
Leo, más sus locutores, siempre fueron críticos de lo que sucedía al interior
de la estación y hacia afuera, en la política y en la sociedad. Sobre El resplandor tengo poco que decir, porque
surgió en una época en que ya no escuchaba radio por las mañanas, pero sé que
tuvieron locutores bastante amenos como Javier Risco o Sopitas.
Descubrí La semana de Frente en una librería porque tenía una portada sobre Batman y un artículo sobre el mismo personaje y su más reciente película firmado
por Julio Martínez Ríos; primero fue un semanario y luego cambió a ser
quincenal bajo el nombre de La ciudad de
Frente, muy adecuado porque abarcaba las numerosas expresiones culturales
producidas en la capital o que la visitaban; la misma estructura del periódico
era un recorrido por esa gama interesantísima: contenía una agenda cultural,
una sección de opinión, una crónica, una entrevista y después se presentaban el
artículo principal y las secciones de música, cine, arte y museos, diseño,
literatura, teatro, comida, reflexiones finales e ilustraciones. En cada número
la ciudad era un problema por resolver, un sitio por descubrir, un
acontecimiento por presenciar –todo esto, perdón por la insistencia en el medio
tradicional, mediante la palabra impresa. Se distribuía en cafeterías, librerías
y museos, este periódico era gratuito.
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