martes, mayo 26, 2015

Gracias al olvido



Laurence Demaison, Méditation n°. 7

Como el efecto de un espejo imaginario vi mi reflejo en una fotografía de esa persona que casi no sonreía, hablaba sin ánimos y no se esforzaba por destacar –nosotros la conocíamos como 'la chica sin chiste'. Me pregunto qué ha hecho todos los días desde que la vi por última vez y por lo menos confirmo que si su vocación era ser olvidada o pasar desapercibida, la cumplió con éxito. Asimismo, me pregunto por todas aquellas personas a quienes conocí y afortunadamente hoy me han olvidado: soy su amigo y me identifico con ellos, de ser posible yo tampoco recordaría quién soy. En un extraordinario cuento sobre el insomnio titulado ‘Now I lay me’, Ernest Hemingway relata que su personaje Nick Adams se entretiene rezando un Padre nuestro por cada persona que conoció durante su vida, desde el primer recuerdo hasta el más reciente; me parece un gran ejercicio pero estoy por lo opuesto: agradezco al olvido porque hundió para siempre tardes de melancolía, personas sin nombre pero cuyo rostro identifico, pequeños triunfos o errores, sucesos malogrados o frustraciones. No debe ser tan malo que la mayoría de las cosas que hacemos se disuelvan en la nada –quizá algunos buscábamos eso .

lunes, mayo 18, 2015

Esto no es


Esto no es una despedida,
porque no creo que sea el final.
No es, ni siquiera, un cambio radical,
no importa a nadie más,
es un cambio interno e imperceptible.

Esto no es, porque el presente
que era ya se extinguió –por lo tanto
sólo son recuerdos
que estarán determinados por una nostalgia inútil.

Las palabras no dichas
(por olvido, por supresión voluntaria, por torpeza)
también tienen significado. ¿Qué habría dicho
si no hubiera preferido el silencio?

Por otro lado, es necesario llenar
con palabritas un documento
para comprobar que se sabe algo y se tiene idea de su destino
pero puedo decir que no sé nada.

Un autorretrato reducido a unos cuantos sentimientos:
tristeza, soledad, desarraigo
cansancio de estar buscando una esperanza.

¿Qué sigue?
Eso no lo sé.


jueves, mayo 14, 2015

La trascendencia del cambio


Abel Quezada, La solución somos todos

El viejo saber hacer del poder presidencial ya no sirve,
y el nuevo está por aprenderse.
-Gabriel Zaid, "Sindicatos

Crisis, en la acepción ideogramática china, abarca dos conceptos: cambio y peligro.
-Eduardo Milán, Resistir

Puede decirse que hay una separación bien clara entre las palabras y las acciones, esto entendido para el momento actual de nuestro país. Pero la vida en democracia no puede reducirse a una sola acción –la de votar– así como las críticas al poder no pueden ser únicamente las expresiones en redes sociales electrónicas y las consignas en las marchas. Es cierto que el cambio verdadero comienza por uno mismo, pero los individuos valen poco frente a la importancia de grupos o instituciones corruptas. Afiliarse a un partido político para hacer algo provechoso en la política nacional resultaría torpe porque sabemos que ellos son, en primer lugar, un negocio. La primera clave para un cambio político en México se encuentra en otro tipo de organizaciones, más reducidas en su alcance territorial pero más eficaces en cuanto a representación de los intereses ciudadanos.

Esta organización política ideal no correrá peligro siempre que se atiendan los verdaderos intereses de la comunidad y se escuchen las voces de la mayoría; una afrenta grave es la intolerancia, o querer hacer valer las decisiones propias por encima de las de otros. Lo más importante debe ser el respeto, entendido en sentido amplio: a las demás personas, a las leyes y a los valores, a lo que es de todos, al lenguaje.

La tarea del cambio se vuelve necesaria si se tiene en cuenta una perspectiva histórica; tomaré una periodización muy obvia: el presente siglo, es decir, los quince años que van de lo que se llamó la alternancia en el poder hasta hoy. Es terrible notar cómo en la mayoría de los aspectos, México en este tiempo ha sido un desastre. Se mencionan la política, la economía y la sociedad y vienen a la memoria casos desfavorables: la violencia, la falta de oportunidades, los fraudes, la corrupción, la injusticia y la desigualdad… Las preguntas para el estudioso en el futuro podrían ser ¿Qué se hizo mal para alcanzar tal estado? ¿Quién fue el responsable de eso?

Vuelvo a la idea del principio: las palabras carecen de importancia si no tienen un respaldo de acciones. Estamos acostumbrados a que en México los discursos sean por tradición vacíos. Si consideramos todos los sucesos dolorosos de tiempos recientes, sería imprescindible aprender de ellos como lecciones de lo que no se debe repetir, no asimilarlas sería aceptar que todo seguirá como siempre y muy probablemente esto es lo que sucederá.  

lunes, mayo 04, 2015

Motivos para votar

El PRI es la columna vertebral del sistema político mexicano. La forma y constitución actual de los partidos políticos en nuestro país son un reflejo o respuesta de las prácticas de ese partido octogenario; incluso es bastante frecuente encontrar políticos que militaron anteriormente en el Revolucionario Institucional y que ahora son de “oposición” debido a que ahí tienen mayor oportunidad de popularidad, mejores puestos o un sueldo más elevado. Pero no por ideología ni tendencia política, porque está comprobado tradicionalmente que casi ningún partido las tiene –la ideología acaso sería la conveniencia y la voluntad de sacar el mayor provecho posible de cualquier maniobra, sea legal o no.


Afirmo esto personalmente, y me gustaría conocer otras opiniones: ningún partido me representa, no hay un solo político que me inspire la menor confianza. Me parece una enorme ingenuidad desacreditar a una persona porque no tiene las mismas ideas que yo: si se es priista pensar que López Obrador es un loco o un viejo frustrado; si se es “de izquierda”, pensar que los priistas son todos corruptos e ignorantes. Quizá todas las opciones políticas reunidas bajo el esquema de partidos se reduzcan a lo mismo y atacarse entre ellos no aporta ni hace mejorar al sistema político. 


Sabemos, porque lo vemos a diario, que el verdadero interés en una campaña política es el dinero que se obtiene. También sería muy inocente pensar que existe un candidato con propuestas verdaderas (ni lo obvio ni las buenas intenciones son propuestas, las canciones populares reinterpretadas no son propuestas, la insoportable cantidad de publicidad en medios de comunicación no contiene propuestas). El error se encuentra en el pensamiento de que vivimos en una democracia porque como ciudadanos tenemos el derecho de votar por uno de los partidos que se nos ofrecen, aunque ellos sean inútiles o infractores de sus propias leyes; pero la democracia debe involucrar a una mayor responsabilidad de nosotros los ciudadanos.


La duda principal es ¿qué debemos hacer? (o con más precisión, ¿qué debo hacer?). Seguramente alguien perverso se beneficia con nuestro voto –aunque éste sea voluntariamente anulado–, pero lo opuesto también es posible, si no votamos otro ser igual de perverso nos agradecería por no seguirle el juego a los políticos. La solución de los problemas de nuestra sociedad no se encuentra en un acto tan poco significativo como un tachar un papel. 

En resumen, no encuentro ningún motivo para votar. Seguramente el domingo 7 de junio haré lo mismo que cualquier otro día, estaré frente a la computadora, veré una película o leeré alguna novela o algún cuento de Julio Cortázar.

Una alternativa