lunes, mayo 04, 2015

Motivos para votar

El PRI es la columna vertebral del sistema político mexicano. La forma y constitución actual de los partidos políticos en nuestro país son un reflejo o respuesta de las prácticas de ese partido octogenario; incluso es bastante frecuente encontrar políticos que militaron anteriormente en el Revolucionario Institucional y que ahora son de “oposición” debido a que ahí tienen mayor oportunidad de popularidad, mejores puestos o un sueldo más elevado. Pero no por ideología ni tendencia política, porque está comprobado tradicionalmente que casi ningún partido las tiene –la ideología acaso sería la conveniencia y la voluntad de sacar el mayor provecho posible de cualquier maniobra, sea legal o no.


Afirmo esto personalmente, y me gustaría conocer otras opiniones: ningún partido me representa, no hay un solo político que me inspire la menor confianza. Me parece una enorme ingenuidad desacreditar a una persona porque no tiene las mismas ideas que yo: si se es priista pensar que López Obrador es un loco o un viejo frustrado; si se es “de izquierda”, pensar que los priistas son todos corruptos e ignorantes. Quizá todas las opciones políticas reunidas bajo el esquema de partidos se reduzcan a lo mismo y atacarse entre ellos no aporta ni hace mejorar al sistema político. 


Sabemos, porque lo vemos a diario, que el verdadero interés en una campaña política es el dinero que se obtiene. También sería muy inocente pensar que existe un candidato con propuestas verdaderas (ni lo obvio ni las buenas intenciones son propuestas, las canciones populares reinterpretadas no son propuestas, la insoportable cantidad de publicidad en medios de comunicación no contiene propuestas). El error se encuentra en el pensamiento de que vivimos en una democracia porque como ciudadanos tenemos el derecho de votar por uno de los partidos que se nos ofrecen, aunque ellos sean inútiles o infractores de sus propias leyes; pero la democracia debe involucrar a una mayor responsabilidad de nosotros los ciudadanos.


La duda principal es ¿qué debemos hacer? (o con más precisión, ¿qué debo hacer?). Seguramente alguien perverso se beneficia con nuestro voto –aunque éste sea voluntariamente anulado–, pero lo opuesto también es posible, si no votamos otro ser igual de perverso nos agradecería por no seguirle el juego a los políticos. La solución de los problemas de nuestra sociedad no se encuentra en un acto tan poco significativo como un tachar un papel. 

En resumen, no encuentro ningún motivo para votar. Seguramente el domingo 7 de junio haré lo mismo que cualquier otro día, estaré frente a la computadora, veré una película o leeré alguna novela o algún cuento de Julio Cortázar.

Una alternativa

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