jueves, mayo 14, 2015

La trascendencia del cambio


Abel Quezada, La solución somos todos

El viejo saber hacer del poder presidencial ya no sirve,
y el nuevo está por aprenderse.
-Gabriel Zaid, "Sindicatos

Crisis, en la acepción ideogramática china, abarca dos conceptos: cambio y peligro.
-Eduardo Milán, Resistir

Puede decirse que hay una separación bien clara entre las palabras y las acciones, esto entendido para el momento actual de nuestro país. Pero la vida en democracia no puede reducirse a una sola acción –la de votar– así como las críticas al poder no pueden ser únicamente las expresiones en redes sociales electrónicas y las consignas en las marchas. Es cierto que el cambio verdadero comienza por uno mismo, pero los individuos valen poco frente a la importancia de grupos o instituciones corruptas. Afiliarse a un partido político para hacer algo provechoso en la política nacional resultaría torpe porque sabemos que ellos son, en primer lugar, un negocio. La primera clave para un cambio político en México se encuentra en otro tipo de organizaciones, más reducidas en su alcance territorial pero más eficaces en cuanto a representación de los intereses ciudadanos.

Esta organización política ideal no correrá peligro siempre que se atiendan los verdaderos intereses de la comunidad y se escuchen las voces de la mayoría; una afrenta grave es la intolerancia, o querer hacer valer las decisiones propias por encima de las de otros. Lo más importante debe ser el respeto, entendido en sentido amplio: a las demás personas, a las leyes y a los valores, a lo que es de todos, al lenguaje.

La tarea del cambio se vuelve necesaria si se tiene en cuenta una perspectiva histórica; tomaré una periodización muy obvia: el presente siglo, es decir, los quince años que van de lo que se llamó la alternancia en el poder hasta hoy. Es terrible notar cómo en la mayoría de los aspectos, México en este tiempo ha sido un desastre. Se mencionan la política, la economía y la sociedad y vienen a la memoria casos desfavorables: la violencia, la falta de oportunidades, los fraudes, la corrupción, la injusticia y la desigualdad… Las preguntas para el estudioso en el futuro podrían ser ¿Qué se hizo mal para alcanzar tal estado? ¿Quién fue el responsable de eso?

Vuelvo a la idea del principio: las palabras carecen de importancia si no tienen un respaldo de acciones. Estamos acostumbrados a que en México los discursos sean por tradición vacíos. Si consideramos todos los sucesos dolorosos de tiempos recientes, sería imprescindible aprender de ellos como lecciones de lo que no se debe repetir, no asimilarlas sería aceptar que todo seguirá como siempre y muy probablemente esto es lo que sucederá.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario