lunes, febrero 23, 2015

Enrique, por los cuatro costados

Rocha, La palabra enmascarada


Yo soy ese
Solitario
Odiado
Temido
Pero amado
-Jorge Hernández Campos, “El presidente



Idea para una obra de teatro en dos actos: son las cuatro de la mañana y un hombre en su habitación recibe una llamada telefónica de parte de un personaje a quien llamaremos Don Carleone, que nunca aparecerá en escena, solamente se escuchará su voz suave, mezcla de órdenes y consejos. Mientras conversa por teléfono con el hombre en su habitación, éste se viste y se prepara para salir a atender a sus asesores –es muy extraño ver a este hombre despeinado. El lenguaje del diálogo es informal, altisonante, vulgar (p. ej. “Pinche Enrique, a ver cuándo dejas de hacer pendejadas” o “Cabrón, me desespera ver que no dejas de cagarla”) pero nunca llega a un tono de discusión. El diálogo dura alrededor de quince minutos y la secuencia de los temas es la siguiente: los ataques provenientes de una televisora, las instrucciones de la línea que deben seguir la mayoría de los medios impresos, los comentarios que se harán a los enviados del gobierno del país vecino. El hombre en escena cuelga el teléfono, exasperado, con la cabeza apoyada entre sus manos y de espaldas al público. Espera unos momentos, camina hacia la puerta con pereza y sale de la habitación. Fin del primer acto.

Hay cinco hombres en un salón con paredes blancas: el hombre del primer acto más Aurelio, Eduardo, Luis y César. Los otros cuatro ya estaban esperando cuando llega el primero, les de la mano y los abraza. El tono de la conversación es triste, todos miran al hombre y a su vez, éste mira en reiteradas ocasiones al suelo. La conversación dura alrededor de veinte minutos y sólo discuten dos temas: primero se refieren a un par de legisladores, Manlio y Emilio, con enojo, impaciencia y muchas faltas de respeto, a ellos y a sus familias, después, hablan de cada uno de los gobernadores del partido y hacen una lista con dos grupos: los que los van a apoyar y los que no. (Resulta que son más los que no los apoyarán al hombre y a su grupo). Los cinco hombres coinciden en que ese día será muy importante y alientan a su líder para que tenga un tono convincente en su mensaje de mediodía; le desean buena suerte y le recomiendan que repase su discurso para que no vaya a equivocarse cuando lo lea. Pero nadie ríe. Telón.

*

Hace poco me di cuenta de que ver las telenovelas es como estar pendiente de mi partido: siempre es la misma historia, pero hay algo que nos hace parecer que todo es nuevo, aunque sólo cambien los nombres. Todo es un engaño de poca calidad. Mi mujer proviene de las telenovelas –para muchos, la única cosa que hay para entretenerse. Yo provengo del mismo partido de siempre, el único que existe. Aparte, no entiendo para qué sirven las mujeres. Me encanta que me acaricien la cara con sus manos finas, pero eso no es una función real; ni siquiera lo expreso, porque sé que cualquiera que piense como yo se ofendería por este pensamiento. No la amo, no la quiero, detesto a sus hijas. Confieso que primero me dierono vergüenza y después risa sus precisones sobre la casa; no sé a quién se le ocurrió una cosa tan fea, pero no me echen la culpa a mí: me da pena el horrible fondo falso, sus párpados y su mirada me dan terror, es evidente que se le dificulta leer en voz alta. Llegué a la conclusión de que yo soy mejor actor que ella.

*

No es secreto porque todos han insistido en exponer su estupidez. Todos los días hay un nuevo chiste o un nuevo meme. (“Le dicen el nopalito: por baboso y porque cada día le descubren más propiedades”). Pero al humor debe seguir una reflexión sobre lo serio de esta situación. Todos se han burlado de él: un payaso se mofó de su ignorancia, todos nos hemos reído de sus caras graciosas o de que no sabe leer ni sabe inglés, los cartonistas resaltan su falta de liderazgo político y, en general, los analistas políticos comentan con ironía todos los lamentables hechos de su gobierno. Alguien hizo un juego con las iniciales de su nombre, pero si él es El Pendejo Nacional ¿cómo estaremos el resto de los mexicanos?

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Señor Licenciado, gracias por aceptar este cuestionario. Espero que lo responda con honestidad:

¿Tiene usted algo por qué disculparse durante su gobierno?

¿En qué momento sintió por primera vez una vocación o interés por la política de nuestro país? ¿Tuvo algún maestro o figura que lo guiara?

¿Por qué, de entre todas las ocupaciones que se puedan pensar, usted decidió la de ser presidente?

¿Qué piensa usted cuando escucha hablar de la Universidad Iberoamericana? ¿Qué piensa cuando le digo la cifra 132? ¿Qué piensa usted cuando escucha la cifra 43?

¿Siente usted que ha superado todos los retos que han encontrado a lo largo de su vida? ¿Cómo los superó?

¿Cuál es, si lo tiene, su concepto de casa? ¿Le gusta la casa donde usted vive? ¿Vive con tranquilidad? ¿Tiene tiempo libre, qué hace con él?

¿Recuerda quién fue el licenciado Miguel Alemán Valdés? ¿Sabe por qué a su grupo le decían “Alí Babá y los cuarenta ladrones”?

¿Tiene interés por la historia de México? ¿Le preocupa la violencia?

¿Qué significa México para usted? ¿Cuál es el principal problema de este país y cómo lo resolvería usted? 

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