miércoles, octubre 15, 2014

El secreto


Sería mejor si algunos secretos permanecieran impenetrables. Desde el mes de agosto a la fecha, a cada cierto tiempo se han filtrado fotografías privadas de mujeres famosas en los espectáculos norteamericanos, en un suceso llamado The Fappening. El acontecimiento es preocupante por diversas razones, algunas de estas se han venido discutiendo en los medios y en las redes sociales electrónicas: la incorrección moral de quienes han difundido, compartido o visto tales imágenes, el papel de las mujeres que padecieron este acoso, la relativa facilidad con que cualquiera puede acceder a las fotografías a pesar de los candados puestos en internet. Sin duda esto ha perjudicado muchísimo más de lo que ha beneficiado (no ha favorecido a nadie que sea digno de serlo), pues ha modificado las trayectorias de quienes fueron objeto de esa filtración. El resto permanece igual, mi vida no dejó de ser triste y aburrida (semejante a las vidas de otras personas que publicaron las fotografías) después de haber visto a Anna Kendrick pachequeando, ni por haber observado el vientre de Krysten Ritter, los senos de Kaley Cuoco, Avril Lavigne y Rihanna, o el trasero de Jennifer Lawrence. Pienso que un término importante para comprender esto es el de seducción. Parte esencial para sentirse atraído por alguien es lo que la persona  oculta, de ahí proviene la seducción, de lo que no es mostrado pero que es suficientemente magnético para no dejar de mirarlo (Cfr. Roland Barthes, El placer del texto). Tomarse fotos desnudo no está prohibido ni es malo porque es tan natural como lo es el sexo para un humano, pero requiere un proceso de aceptación del cuerpo de sí mismo para brindarse a otro en específico, porque nuestro cuerpo –como un secreto– no está para mostrarse a todo el mundo. Entonces, ver las fotos de alguien desnudo son una invitación a ese cuerpo, pero al mismo tiempo son la aniquilación de la seducción que pueda producirnos porque no hay más que ocultar, se ve todo lo que hay. Lo que hace distinto este caso es que las imágenes son de mujeres conocidas por mucha gente, sin embargo, conocerlas por su nombre o por su trabajo no nos hace cercanos a ellas ni nos pertenecen por eso. En su defecto para quien desee mirar, existen otras mujeres cuyo trabajo es su propio cuerpo, las actrices porno; además, algunas de ellas son muy guapas.
Jennifer Lawrence, para Vanity Fair. Octubre 2014.

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