lunes, marzo 30, 2015

Homanaje a un amigo desconocido

Irving Penn, Miles Davis

Tenía dos emisiones de radio –cinco horas por semana– y los comenzaba de esta manera "Un programa de jazz, para ti que te gusta el jazz" y continuaba con una oración que garantizaba familiaridad o cercanía "Presenta y realiza Juan Claudio Cifuentes, 'Cifu' para los amigos, que sois vosotros". No pienso que fuera una simple fórmula, sus palabras en verdad invitaban a escucharlo no sólo como a un amigo, sino como a un maestro que explicaba el funcionamiento de un conjunto de jazz; ahí se encuentra lo fascinante de sus programas: lo que lo distinguía de un programa de jazz o de cualquier otra estación musical era la combinación de una excelente selección musical con comentarios precisos sobre la pieza que presentaba. Así se concretaba un ejercicio magistral pues exponía los rudimentos al principiante (supongo que haber sido introducido al jazz por él habría sido una experiencia envidiable) o ilustraba al iniciado con sus peculiares juicios –así lo descubrí: atendía a sus recomendaciones, encontré clásicos que no conocía e incluso volvía a valorar lo que había escuchado antes.
 
Hoy en la mañana me enteré de que Cifu falleció hace dos semanas a la edad de 74 años. Afortunadamente, este hombre será recordado por el buen trabajo que realizaba sólo hasta hoy me enteré de aspectos de su vida y de la influencia que tenía entre quienes lo escuchábamos. Aquí están la página que dedicó en su memoria la Radio Nacional de España (con todos los programas que realizó en los últimos años) además de dos artículos publicados en El País: "El guerrero del jazz" y una nota firmada por Chema García Martínez. Para concluir este pequeño en forma de agradecimiento dejaré cinco piezas magníficas que descubrí gracias a él, espero que puedas escuchar por lo menos una.  



Donald Byrd, Voyage á deux
Phil Woods Septet, Pairing off
Fletcher Henderson, The Henderson Stomp
Conte Candoli & Lou Levi, Jordu
Django Reinhardt, Ol' man river

miércoles, marzo 25, 2015

Cenzontle

Mimus polyglottos
Si cada argentino se comportara como yo,
habría 44 millones de partidos políticos...
-Alan Pauls

El escritor argentino Alan Pauls tiene una de las cuentas más fascinantes de Twitter, en ella hace explícito (sin dejar de ser sarcástico) el pensamiento que muchos otros usuarios parecen tener de manera inconsciente: el egoísmo exagerado, la creencia de que se puede hablar de manera inteligente sobre cualquier tema, lo que en apariencia nos lleva a la opinión de que tenemos razón en todo.

Intentaré responder de manera breve e individual tres preguntas, a saber ¿Qué es twitter? ¿Cómo funciona? ¿Cómo se lee un tweet? –agradeceré otras respuestas o sugerencias de tu parte, a ti que lees esto.

Las primeras dos preguntas pueden tener una respuesta técnica, pero trataré dar una respuesta propia, es espera de que sea original. Twitter como un todo es un medio de información amplísimo en sus contenidos (desde poemas hasta fotografías pornográficas, desde agudezas o aforismos hasta los más procaces insultos) pero es ante todo, un sitio donde circular con mayor libertad los pensamientos y opiniones de los usuarios –esto no necesariamente tiene un valor positivo. En la actualidad es muy sencillo notar que una es la información de medios tradicionales, como la prensa y los medios audiovisuales, y otra es la interpretación crítica de los usuarios en redes sociales; hoy día estar inmerso en ese bullicio virtual es hábito de muchos, como si se escuchara una conversación entre cientos o miles de personas. Twitter es como ese pájaro que imita voces y aparece en el poema prehispánico. 

Hasta arriba está el cielo azul, lo que ocurre en medio es indeterminable, de arriba abajo es lo mismo que de lo más reciente a lo más antiguo pero en realidad no hay un fondo, podría decirse que no se acabará nunca. Por lo mismo, parece un texto viviente, cuyo inicio se renueva de forma  permanente. Su funcionamiento también puede explicarse de otro modo: sus mecanismos son el ingenio, la brevedad (si no fuera breve perdería todo interés), la voluntad libre y desatada. Valores universales, podrían llamarse clásicos, al servicio de lo efímero. 

Las apariencias engañan, aparentemente el límite son 140 espacios disponibles, pero el significado de un tweet excede lo que cabe ahí. Tienen igual importancia el nombre del autor del pequeño texto (nada elegante, todo está en tipografía Arial), su imagen o avatar más la cantidad de favoritos y retweets que alcanza –con esto último se puede calcular la cantidad de lecturas que alcanzó el autor en esa oportunidad. Cada tweet contiene su importancia porque en el fondo, es resultado de la voluntad de expresión, de decirle algo a alguien más. Pero ante la inmensidad de importancias individuales –que en conjunto parecen no significar nada– estoy convencido que la lectura del silencio y de la ausencia también es posible.

De El mundial de Trino

miércoles, marzo 18, 2015

Confrontación


Existe una enorme distancia entre el diálogo, la crítica y la descalificación. Son preferibles las primeras dos actividades, pues la última denota impaciencia y superioridad ante el interlocutor. El diálogo, pero sobre todo la crítica, deben darse en un completo respeto (entendido esto como respetar a la persona que está enfrente y también al lenguaje que se emplea para la conversación). La calidad de un debate disminuye cuando se emplean términos vulgares o vacíos –actualmente el caso más lamentable es el de la palabra “chairo”. La situación presente, desbordada en información y excesiva en cuanto a reacciones acaloradas, necesita prudencia para su solución. Desde hace algunos meses me he preguntado quién es el enemigo y por qué necesitamos verter tanto odio en nuestras expresiones cotidianas; soy consciente de que la mayoría de los políticos, periodistas y otros personajes públicos cometen errores a diario, pero pienso que denigrarlos, insultarlos o confrontarlos (desde el cómodo anonimato de internet) tampoco sirve para arreglar nada. 
Me pregunto si esos problemas que aparecen diariamente en los medios de comunicación son, estrictamente hablando, nuestros. Sería interesante analizar con más detenimiento y desde distintas perspectivas el modo en que reaccionamos como sociedad ante los estímulos o, si se quiere llamarlas así, las provocaciones de distintos discursos, y procesar del mismo modo con quienes coincidimos que a quienes criticamos. La coyuntura mediática más reciente me sirve para explicar lo anterior: después del conflicto entre Carmen Aristegui y la empresa MVS a raíz de un asunto concerniente a la plataforma Méxicoleaks, surgieron voces para acudir en defensa de la periodista y su equipo; el domingo en la noche ella fue despedida a pesar de todas las muestras de apoyo. Durante las últimas dos semanas he visto pronunciamientos, peticiones y junta de firmas en una página de internet, hashtags que agrupan los mensajes en defensa de Aristegui y una manifestación frente a las instalaciones de dicha empresa. Lo curioso, desde mi punto de vista, es que el tono general trata de ver a Aristegui como una víctima de la censura del gobierno –esto último es cierto, en parte. Pero no olvidemos que la información también es poder; en una interesante entrevista publicada en la edición de este mes de la revista Gatopardo se le denomina una mujer “sin miedo al poder”, aunque tratándose de una periodista con un alto nivel de audiencia y difusión es comprensible que lo posea en cierta medida –sin llegar a ejercer con él decisiones marcadas por la precipitación ni abusar de su fuerza (como actúa el gobierno federal). Pero también existe una considerable distancia entre admitir la confrontación entre dos maneras de entender el poder y hacer afirmaciones efectistas, pero falsas, como la de “Todos somos Carmen”. Esto lo afirmo con el conocimiento de que carezco absolutamente de poder pero reconozco que para analizar históricamente este tema, es necesario notar que esta confrontación se ha desarrollado en un contexto que no debe perderse de vista, el de las elecciones.
Tomado de la cuenta de twitter de Jenaro Villamil