sábado, mayo 31, 2014

La música permanente




Las reflexiones del presente texto fueron motivadas por mi lectura de la brillante crónica de Héctor de Mauleón sobre el origen de la radiodifusión en México, titulada “La hora de la radio” (se encuentra en el libro con el nietzcheano título de El derrumbe de los ídolos, editado por Cal y arena) y donde el contraste con la actualidad es muy evidente, porque en este momento escuchar música es tan cotidiano que obtenerla no representa ningún tipo de obstáculos. Internet ha propiciado esa facilidad al libre acceso de buena parte de las expresiones musicales: entre Spotify y Youtube materializan el sueño de adolescencias del pasado, es decir, disponer de una buena cantidad de canciones y álbumes sin invertir cantidades enormes de dinero, o también viajar musicalmente hacia el pasado o hacia otros sitios desde una aplicación; Spotify es especialmente interesante porque permite descubrir los múltiples órdenes musicales, los finos enlaces que relacionan a una canción con otra, la originalidad de cada usuario demostrada en sus playlists.

Todo progreso tiene consecuencias adversas. La multiplicación de opciones auditivas no cesa con el par de aplicaciones/sitios citados arriba; existe una incontable cantidad de podcasts, existen la radio por internet y los programas de radio grabados que se guardan en otras páginas, existen opciones como Soundcloud o Last.fm, así como los blogs especializados y otra enorme suma de material para descargar; quienquiera que posee un celular tiene acceso, por lo menos, a toda la gama de estaciones de radio de la ciudad, más una capacidad de memoria para guardar música u otros audios en formatos comprimidos. Frente al radio como un fenómeno social desde su origen hasta hace unos cuantos años, se tiene ahora la generalización de las individualidades. Tanta variedad y especialización a la postre no le importa a nadie, pues todo mundo parece ser un especialista en algo distinto. Esto repercute en la valoración de la música; ya no existen los clásicos porque todo es novedad por un instante, todo pasa rápidamente, la trascendencia no es efectiva sino virtual.

martes, mayo 27, 2014

Nivel mundial (I de XI)


Sepp Maier, portero de la República Federal Alemana en cuatro copas mundiales de 1966 a 1978.



En mi memoria, allá al fondo  está una tensa mañana en que el delantero de Italia, Roberto Baggio, falla el tiro penal definitivo porque voló el balón sobre la portería. Él se lleva las manos a la cintura, mientras el portero de Brasil, Claudio Taffarel, festeja por haber conseguido el campeonato. Para mí, así comienza la fascinación por el mundial de futbol: con una escena muy compleja de frustración y de alegría. Ahora se dice que aquel año de 1994 fue demasiado convulsionado en nuestro país; también en ese año, México participó en el mundial y por primera vez fuera de nuestras fronteras calificó a la segunda fase. Nada de esto me preocupaba, porque entonces tenía tres años, me emocionaban más mis propias imaginaciones y juegos y que mis hermanos iban a nacer.


Ahora pienso que el concepto  de campeonato mundial de futbol es muy anticuado. A pocos les interesa la nacionalidad, es muy extraño concebir que alguien represente a su país. Once individuos que portan una playera verde con un diseño terrible ¿Eso es México? Esos jugadores juegan en la cancha por las empresas que los patrocinan, o por ciertos intereses económicos derivados de una empresa de medios de  comunicación, pero es difícil creerles que juegan por un país que no se parece a esas empresas y a esos intereses. Sin embargo, me interesa el mundial por esto: por pensar que cada equipo lleva a sus mejores jugadores  -no los que puede comprar, sino los que nacieron en su territorio. Lo que sucede afuera (protestas, represión, “maquillaje”, agitación social) son un asunto aparte.


México tiene dos gravísimos problemas para ser competitivo. Uno, es un equipo confundido, siempre que te cambian de jefe cada dos meses o cada mes. Y dos, es un equipo que tiene miedo, miedo a defraudar las expectativas porque tiene encima del hombro una demanda social terrible y eso, lo normal, es que te haga un lío en el sistema nervioso y así se hace muy difícil jugar de una manera fluida. Hablamos de un futbol en donde las cosas se deciden por centímetros o por décimas de segundo, y si el sistema nervioso no está templado, pues al final todos juegan peor de lo que son, ¿no? | El futbol es un espejo muy extremado de nuestras sociedades y por lo tanto tiene que ver con las partes buenas de la conducta humana y de la comunidad; la solidaridad, la recuperación de la infancia, el pensar que el adversario tiene méritos, el reconocer los triunfos, el pensar que el empate a cero fue un gran partido, etcétera. | El mundo está mirando. Juega limpio, Brasil.
 


viernes, mayo 09, 2014

Paisaje

Manuel Álvarez Bravo, Libros



Libros junto a mi cama.
Libros en el librero.
Libros en cajas.
Libros bajo el escritorio.
Libros encima de la televisión.
Libros en el sillón.
Libros adentro del buró.
Libros muy viejos.
Libros que te presté.
Libros que me prestaste.
Libros que me regalaste.
Libros que nunca devolví.
Libros de la biblioteca de la escuela.
Libros en francés e inglés.
Libros completos en fotocopias.
Libros que quiero comprar.
Libros apilados.
Libros en la tablet.
Libros que compré y que jamás leeré
     –la mayoría de ellos.